Eugenio y Bluesbreaker. Lleva veintiséis años de escenario en escenario pero sigue manteniendo el mismo entusiasmo que el chaval de La Prospe que se escapaba de casa descendiendo por una tubería del gas para poder acudir a las actuaciones de Whisky David. Se ha curtido en el metro, ha dormido en portales y ha recorrido España a dedo. Un auténtico bluesman a la española. Hoy, a sus 40 años, es el decano de la armónica de blues en nuestro país. Su virtuosismo, expresividad y estilo singular le convierten en un armonicista inimitable pero al mismo tiempo la gran referencia para todos los que han venido detrás de él. Ñaco es Ñaco, sin dobleces, sincero, directo y genuino. Charlar con él es disfrutar de sus conocimientos, sus experiencias y su particular sentido del humor. La Taberna del Blues tuvo la oportunidad de mantener con él una larga entrevista en la que el tiempo se nos pasó volando. )

¿Cómo fueron tus primeros contactos con el mundo del blues?

Yo empecé muy chavalín. Tendría unos catorce años o por ahí y ya me sacaba Whisky David a tocar en sus jam sessions y ahí conocí a José Carlos Molina de Ñu, a Tony de Juan de los Coz, a José María Guzmán, el de Cánovas y Rodrigo, y a Tonky. Aunque yo tocaba por entonces en el metro con Malcolm. Y todo esto era así porque cuando yo era un chavalín, con nueve o diez años, un vecino nuestro del barrio era David Thomas, un contrabajista de Jazz que también tocaba en la Orquesta Nacional. Y yo que iba a ayudar a un bar de unos colegas le ponía el café a Jean Luc Valet, otro músico de Jazz que vivía por el barrio. Y por eso, desde tan pronto, empecé con esto del blues. Luego, después de Malcolm y Whisky David, vino la Tonky Blues Band, luego Mermelada, los Jockers e innumerables colaboraciones.
Cuando yo tenía diez u once años, en el barrio había un chaval, el Viruta, que tenía un hermano que era bajista y tocaba con Moris cuando montaban el Fiebre de vivir, luego los cambió por Tequila. También por ahí vivía Ulises Montero de Gabinete Caligari, que también tocaba con Cópula de Helado, una banda que estaba formada por gente que venía de Desmadre 75. Muchos de ellos eran de la Prospe, que es mi barrio. Era un barrio muy musical, con gente de jazz como Jean Luc Valet, es decir gente de jazz de flipar, pero luego estaba también toda esta panda. Yo, para toda esta gente, era el benjamín.
Por esa época murieron el armónica de Mermelada, el Moro y Ulises Montero. Murieron con tres meses de diferencia por cuestiones de droga. Y claro, yo era el que quedaba ahí chapurreando. Y a partir de ahí empecé ya a currar. Por ejemplo, la primera vez que entré en un estudio fue para una colaboración con Loquillo, y se disparó todo. Se disparó porque no había nadie tocando la armónica. Los de la generación que me precedía había palmado de golpe.
El padre del bajista éste, del hermano del Viruta, tenía la discoteca Géminis, en Alfonso XIII, y ponían una terracita, con velitas por la noche. Y ahí se solían hacer actuaciones. Y yo muchas tardes iba con el Viruta y cogíamos los amplis. Además, nosotros aprendimos con Bassman del 59, porque se habían empezado a poner de moda los transistores y los músicos desechaban los amplificadores de lámparas y es con los que aprendíamos nosotros. Y fíjate ahora son los más cotizados. Tocábamos ahí y empezamos a conocer a gente. Allí conocí a Malcolm, aullando en falsete con una guitarra blanca. Y empezamos a participar en el Rock Ola, el Marquee, festivales de música, los primeros que hubo. Yo era un crío, el benjamín de todos estos. Los chavales de mi edad que tocaban hacían heavy. Claro un chaval de trece años, interesado por el blues y chapurreando con la armónica, pues fui a parar con el Whisky David y con gente que entonces ya tenían treinta y cinco o cuarenta años.

¿Y por qué te decidiste por la armónica?

Por el sonido. Yo escuché a Mayall, de ahí a Sonny Boy Williamson. También a los Mermelada. Y fue el sonido lo que me flipó. Mi primera armónica fue una Echo Supervamper, que es un modelo similar a la Marine Band pero más antiguo. Lo que pasa es que por entonces no había nada. Lo que tarda ahora un chaval a aprender los tonos, los modelos, las marcas y mil cosas más, los amplis… Yo en aprender qué armónicas se usaban tardé un año. Y hoy tecleando un botón tienes todas las marcas y modelos. Pero entonces no había nada de esto. El hermano de Elvia llamó a Javier Teixidor para que le dijera qué armónica usaba. Le dijo que una Blues harp en Mi. Y claro, a la tienda a por la Blues harp.

¿Qué recuerdas de tus comienzos?

Yo recuerdo una vez que me tuve que escapar por la tubería del gas para ir a ver a Whisky David. Yo tenía trece años y el empezaba a tocar a las doce de la noche y en casa no me dejaban. Yo esperaba a que estuviera todo el mundo acostado, y a las doce de la noche me bajé por la tubería del gas. Llegué cuando llevaba ya diez minutos empezado.
Participamos en un festival del Colegio Claret. Ya empecé a tocar en un grupo y nos presentamos a un concurso. Con trece o catorce años ya estábamos por los escenarios, intentando tocar donde fuera. Yo muy pronto dejé de seguir el camino convencional de ensayos y de ir al local y me bajé al metro. Yo nunca he pagado para aprender a tocar. He conseguido dinero tocando
Viajábamos mucho, nos íbamos a dedo. España la hemos hecho a dedo pidiendo con la guitarra y la voz.

¿Tenías muy claro que querías ser músico?

Bueno, es que me echaron de casa a los quince años y estuve un año por ahí fuera. Con uno del barrio, con Rafa “el Patillas”, nos hicimos todo el sur y luego hasta Ortigueira. Estuvimos varios meses fuera de casa tocando y buscándonos la vida.

Y luego te coge Tonky ¿no?

Luego con Tonky la cosa ya fue en serio. Empezamos a tocar mucho, en festivales. Hemos inaugurado muchos festivales en España. Ya era una banda seria con un trabajo estable con Simón, que es muy profesional, y fue una época buena.

Decía Tonky que erais como una apisonadora.

Es que lo éramos. Salíamos en revistas de entonces como la banda que más actuaba en Madrid. Entre el 84 y el 89 fue increíble. Llegamos a hacer en dos meses cincuenta y seis actuaciones seguidas. No parábamos. Hacíamos tripletes. Hacíamos veintitantas noches al mes. ¡Y cobrando casi lo que se cobra ahora!

¿Por que dejaste la banda de Tonky?

Yo seguía tocando con Malcolm. Nunca he dejado de tocar con él. Lo que pasa es que Malcolm tuvo un problema muy serio de salud. Estuvo hospitalizado, casi se muere. Y fue una temporada con Tonky muy intensa. Pero cuando Malcolm salió del hospital yo seguí haciendo cosas con él. Pero bueno, luego también surgen ciertas desavenencias y esas cosas. Las bandas nacen, crecen, se reproducen y mueren. Puede haber encontronazos de convivencia, económicos, musicales, maneras de entender la movida y al final eso se acabo. Fue una etapa más.
Tras Tonky, montamos los Jockers con Malcolm, Elvia, Simón, Steve Jordan y yo. Luego vino Josele, se fue Simón. Una banda que, hasta el 94 tuvo varias formaciones. Y al mismo tiempo tocando de todo, desde tocar con Miguel Ríos, hasta con Antonio Serrano, con el que hicimos el proyecto Armónicas de fuego, que estuvo cojonudo, y hasta los Bluescavidas, que empezamos en 1994 hasta ahora, que hemos decidido dejarlo por un tiempo, dejarlo descansar. Ahora estoy con Stevie Zee haciendo cosas por ahí.

También grabasteis varios discos.

Bueno, ya con Tonky tenemos dos o tres discos grabados. Luego con Malcom, con los Bluescavidas, y sobre todo el último, el doble CD que es tela marinera. También creo que uno de los más guapos es el Berritz Blues Sessions, con Malcolm, grabado casi en directo, grabado en círculo en un estudio bueno. Suena todo muy bien y el repertorio, los temas, están de puta madre. En general creo que es el trabajo que mejor hemos hecho.

¿Era mejor esa época?

Ni mejor ni peor. No es comparable. Es como las edades, cada uno tiene que estar a gusto y disfrutar la edad que tiene. No se puede volver atrás. Lo que sí creo es que en esa época había más rollo con la música. Cuando hablamos de discos de cabecera, recordaréis que muchas veces los colegas quedábamos porque uno había traído un disco: “Oye, que tengo un disco de Johnny Winter, que no sé qué. Y nos juntábamos en una casa, ahí con los litros y los canutos. Y lo ponías hasta la saciedad. Quedábamos para escuchar un disco.

¿Cuáles fueron tus discos cabecera?

Bueno, los tenía machacados. El “One Way Out” de Sonny Boy Williamson tenía unos surcos que parecían zanjas.
El “Johnny Winter and Live” lo oía mogollón, me encantaba. Y también uno de J.D. Short.

¿ Y tus primeras influencias?

Lógicamente los de mi tiempo. Cuando yo empecé a escuchar blues, mucho de lo que se oye ahora no existía. Piensa que aunque todavía soy joven hablamos de treinta años atrás, Para mí, cuando se muera James Cotton, los de mi tiempo entre comillas, pues ya para mí es moderno todo. Yo empezaba a escuchar a Big Bill Broonzy, a Big Joe Williams, a Memphis Slim, a Sonny Boy. Little Walter ya era moderno o contemporáneo. Pero entonces no había tantos discos. Lo primero que empezó a llegar fue Ray Charles, y luego vinieron los discos de blues clásico, que es lo que estuve oyendo yo hasta los veinte años. Bueno, también estaba John Mayall. De Mayall tenía varios discos. Era el blues blanco que luego fui dejando y que ahora tal vez estoy escuchando más. Pero en esa época dejé el blues blanco y solo escuchaba blues negro y antiguo. Para mí Little Walter era casi modernismo. Sigo anclado en el pasado, los discos que sigo escuchando son los primeros que tuve. Oigo cosas pero lo nuevo no me pone igual. Me quedo con Big Joe Williams, él solo con la guitarra o Fred Mc Dowell. Con esas cosas yo flipo.

¿Sigues ahora a algún armonicista en particular?

Pues fíjate que me estaba interesando mucho lo que estaba haciendo Paul Delay, porque estaba siguiendo un camino dentro del sonido y la tradición del blues, sin serlo, pero haciendo caminos nuevos con la armónica sin limitarse a la virguería sin ton ni son, a la escala estudiada, sino que estaba haciendo un camino nuevo. Me gustaba mucho y por desgracia ha muerto recientemente.
Por supuesto no dejaba de seguir a Carey Bell, con el que tuve el placer de tocar varias noches. Y también se ha muerto. Pues eso, que ya solo queda James Cotton.

¿En el blues está ya todo inventado?

No, pero el que está inventado es el que me gusta a mí. Pero el blues estaba antes que nosotros y seguirá cuando nos hayamos ido. El blues es ya una cosa universal. Ya no se escucha el mismo que en la época del raggtime o de Son House o Fred Mc Dowell o Blind Lemon Jefferson, esas formas primitivas de blues, pero ese sentimiento sigue existiendo, ese sentimiento al interpretar, que es lo que se puede llamar blues, el duende. Sigue existiendo pero con otras formas, más funkies, como Messing with the Kid de Junior Wells. El tío es un bluesman pero ha sabido adaptarse desde las épocas suyas de los cuarenta y cincuenta. Ha ido cambiando según la época, más funky, más soul, dependiendo. Luego, en los ochenta, de nuevo más blues. Pero otro que se supo adaptar fue Rice Miller, Sonny Boy. Sus primeros discos fueron de boogie, de los de la radio, el King Biscuit Time. Y los últimos discos son casi soul-blues. Es uno de los intérpretes más asombrosos. Es una evolución ya no del estilo sino personal, de las personas que tocan el blues.

¿Cuáles son tus armonicistas clásicos preferidos?

Yo soy de Sonny Boy. Aunque el otro, John Lee también es importantísimo. Y luego los dos Walters: Big Walter Horton y Little Walter. Little Walter era realmente grande. También me gustan muchísimo los de preguerra del tipo de De Ford Bailey, o Chuck Darling. Toda esta gente me encanta. O Jazz Gillum que fue uno de los primeros armónicas que escuché con el Key to the Highway, una versión antigua. Y Jordan Webb, un albañil que tocaba con Brownie McGhee. Es buenísimo. O Will Shade de la Memphis Jug Band. Ése era increíble. Todos me encantan. Pero Sonny Boy fue el colmo de la expresividad, y luego tuvo su continuador con Junior Wells. Otra de las grandes escuelas es la de Big Walter Horton, que yo creo que de ahí sale Little Walter. Porque Little Walter fue un innovador, pero si de alguien tenía reminiscencias, yo le escucho de Walter Horton. Walter Horton es importantísimo, uno de los más carismáticos. A mí me gusta más la expresividad de Sonny Boy Williamson que la imaginación de Little Walter, pero conociéndolos no puedo vivir sin ninguno de los dos.

¿Y de los armonicistas que además cantan?

Sin ningún género de dudas, Sonny Boy Williamson, y también Junior Wells. Lo que pasa es que para las frases, la música de Little Walter, son esas voces las que pegan. Pero para mí uno de los bluesmen más completos a todos los niveles es Sonny Boy, como cantante, inventor artista en general.

¿Crees que les ayudaron a ser grandes los músicos con los que se juntaban?

Por supuesto, luego tenían unas combinaciones musicales muy adecuadas, algunos conceptos cojonudos, como tocar sin bajo, hacer el bajo con rítmica. Eran los primeros combos de blues y los primeros amplis. Cuando empezaron no tenían amplis, y los que les iban llegando, los iban acoplando. Fue una época increíble. Dicen que el primer distorsionador se le ocurrió a Hound Dog Taylor, que le pegó dos puñaladitas al altavoz, para alterar el sonido. Quizá sean leyendas pero siempre suele haber un bluesmen detrás de cada una de las innovaciones de sonido.

¿Eres consciente de que tú eres también una referencia para los nuevos armonicistas ?

Si bueno, puede ser algo generacional, aunque soy más joven que muchos pero ya te digo que yo era un benjamín cuando empecé, el benjamín de los profesionales. Me fui a mi primera gira con dieciséis años. Tampoco busqué ser músico. Yo estaba aprendiendo, chapurreando, estos murieron y de repente me empezaron todos a llamar. Se corrió la voz de que había un chavalín que no veas como toca, y cuando me d cuenta llevaba un par de años viviendo de la música y con la agenda llena. ¡Si ganaba más que mi viejo!
Bueno, es que llevo 26 años que no he hecho otra cosa. Siempre he tocado por toda España. Con Malcolm hasta hemos dormido en algún portal para ahorrar la pasta. Nos hemos buscado la vida tocando. Es lo que hemos hecho siempre. No sabemos hacer otra cosa.

¿Qué te parece el nivel que hay en España?

Hay muchos muy buenos. Yo además tengo un concepto que es que aunque ya no me dedicara profesionalmente a tocar blues, el blues a mí ya no me lo quita ni Dios. Ya voy comprendiendo lo que es la cosa. Y me gusta toda la gente que está intentando tocar o tocando ya. En las bandas me gustan todos porque cada uno tiene su cosa. Por ejemplo, Cumellas tiene una técnica increíble, energía, muy buen gusto. Pero tienes a Marcos Coll que está al milímetro con su blues brother Adrián y tiene una forma muy particular de entender. David García, en un estilo clásico tocando, Mingo es otro estilo clásico. Danny Boy en el disco Harp Attack nos da sopas con hondas. Es que hay mucho nivel, hay un nivel de la hostia . Yo en absoluto me considero el mejor de todos ellos. Yo tengo mis cosas. Unos son más técnicos, otros tienen más feeling tocando, pero me gustan todos. Yo mencionaría a todos. Víctor Puerta, el de los Suitcase Brothers toca que se sale. A Sonny Terry lo toca que lo clava, le saca el sonido. Para mí si esta gente me menciona como referencia es un honor. Será tal vez que yo sea el que más se haya dejado los cuernos tocando por todas partes, pero de ahí ha ser el mejor…. Lo que sí he tenido es dedicación completa toda la vida, lo que he hecho es transmitir el rollo por el blues

Cuéntanos cómo surgió tu disco doble “Blues con los colegas”.

Pues eso fue que estaba engordando y dije: “venga”. Di un salto del sofá. Lo que engorda es el sofá no los años. Hay que dejarlo. Navegando por Internet había alguien que comentaba cosas de los grupos españoles. Fue en la Taberna, creo, y comentaba: “Ñaco va a la deriva”. Lo pensé y me dije: “pues puede que sea verdad. Estamos venga a hacer bolos, y curros que no llevan a ningún lado”. Y así se me ocurrió esto. Casi lo visualicé, el blues link. Luego la cosa según se iba haciendo fue dando mucho más de sí. Se fue encajando el Tetris. En realidad el curro se hizo solo. Solo había que coger las piezas y colocarlas. Fue todo un año grabando con cincuenta y siete músicos. Empecé llamando a los colegas y todos respondieron bien. Me he hecho un sello discográfico, Ñaco Goñi Discos, hice las grabaciones, las mezclas, me llevé a la gente a tocar, a comer. Pedí un préstamo a la Fundación Autor, de nada, de un piquillo de tres mil pavos, y me contestaron en plan burocrático con plazos y dificultades. Al final me dejaron la pasta los amigos del bar de abajo, de donde desayuno, y ya lo he amortizado. Pero sobre todo estoy muy contento con el curro que hemos hecho. Ya me dice mucha gente, incluso en la prensa, que este disco es un documento, o pequeña guía de una parte del blues que se ha hecho en España, el cual a la $$$$ y su Fundación Autor se la trae floja. A esos chupópteros sólo les interesa la realización de lo que controlan, la música les importa una mierda. El disco ha tenido mucha aceptación. La gente me lo ha dicho. Ha salido en el programa de radio “Peligrosamente juntas”. Han ayudado mucho con las ventas. La inversión ya está recuperada. Ahora a ver qué gano después de dos años.

También has tenido muchas colaboraciones con Antonio Serrano

Antonio Serrano es un músico importantísimo, no solo en España sino en todo el mundo. Ha tocado con Paco de Lucía y con eso sobran los comentarios. Tocar con Paco de Lucía, en este país, es tocar el techo. A Antonio le conozco hace muchos años, conocía también a su padre. Pero a Antonio le conocí en Altea. Estaba yo tocando con Tonky y le sacamos de invitado y nos quedamos todos flipados. Tendría él unos dieciséis años o así. Estaba con su padre y hablamos de la armónica. Luego vinieron a Madrid y empezamos a hacer alguna cosa como Armónicas de Fuego. Somos buenos amigos. Es un músico impresionante. Si en España hubiera que considerar a un armónica que yo admirara o que yo considerara el mejor, sería de largo Antonio Serrano porque tiene más técnica que nadie y el mismo feeling que pueda tener cualquiera. Además tiene un cariño especial por los músicos de blues. Siempre me lo dice: “en ambientes de otros músicos de nivel, de orquestas o de jazz, hay como una competición, o algo por detrás que no es franco. No como vosotros que sois como una hermandad”. Y es cierto, él siempre está muy a gusto tocando con nosotros.

¿Si hubieras sido extranjero las cosas hubiesen sido distintas?

Es posible. Aquí se cuida muy bien al de fuera y poco al de casa. La música en directo se ha regalado mucho, se ha utilizado políticamente. Nunca se ha cobrado entradas. Yo creo que habría que pagar algo. La gente que paga ya se ve obligada a escuchar y a valorar. Así, además, el dueño del bar no carga con todos los riesgos. El músico tiene unos desplazamientos y unos gastos y un día empleado. Yo creo que en vez de un suplemento, habría que cobrar una pequeña entrada, de poco dinero. De uno a tres euros o algo así. No hay ayudas de ningún tipo para la gente que quiere que en sus bares haya música en directo. Ni de la Sociedad de Autores, de la Fundación Autor, ayudas para insonorizar los locales, nada. Aquí, que cada palo aguante su vela y la típica limpia del ayuntamiento de cada año cerrando y jodiendo la cultura espontánea, que es la mas verdadera. Aquí se va sobreviviendo como se puede. En otros países un músico es un profesional. Aquí, en España, el músico es un mendigo con una guitarra. Cotizarán las lumis -los dioses las bendigan- antes que nosotros. Mira ahora a los gays, de perseguidos a casarse legalmente. Esto es porque han luchado. Ya ves a lo que se han dedicado las sociedades de gestión de artistas.

¿Qué te parecen las iniciativas tipo Societat de Blues de Barcelona?

Me parecen estupendas iniciativas como la Sociedad de Blues de Barcelona, para reunirse, hablar de blues y fomentar todo esto, igual que La Taberna, que es una página cojonuda. Mira la reunión, la convocatoria que tuvo de aficionados. Son muy buenas iniciativas de gente a la que nos une una afición. Lo de Internet es increíble. Yo ahora estoy sacando curros por Internet y conociendo gente.

Parece que ahora se están organizando más festivales.

Yo, con Tonky, o con Malcolm o con los Bluescavidas siempre he tocado en el primer festival de… Muchos que ya no existen y muchos de los que todavía siguen. Pero para el primer certamen de todos ellos siempre nos llamaban a nosotros.
Creo que según los números la gente cada vez va más a festivales. Hay más festivales y más público. Según los números la cosa va bien. Otra cosa son los clubes. Yo muchos ya no los puedo hacer por una cuestión económica. Hay veces que me podría salir hasta caro tocar en alguno de ellos. Esos sitios van a quedar para grupos que empiezan, que se vayan puliendo y curtiendo frente a un público que entiende.

¿Qué te seduce más, tocar en la intimidad de un club o en los grandes escenarios?

A mí me gusta todo por igual, especialmente en los sitios donde la gente te escucha. Hombre, el sonido de un bar recogido, con los amplis a pelo, sin pasar por la línea, es lo que más mola; pero también mola tocar en grandes sitios. Hay que torear en todas las plazas. Con Tonky una vez tocamos en la inauguración de un Alcampo. Tocamos entre Congelados y Verdulería.

¿Qué equipo utilizas?

A mí me gusta el sonido natural de la armónica, ante todo. El equipo lo uso para sonar más fuerte pero intentando conseguir que sea siendo el sonido de la armónica, aunque un puntito de saturación también me gusta. Antes de tener equipo, nos tiramos un montón de años tocando a pelo. Yo en los cuatro o cinco primeros años no cogí un micrófono. Y en aquella época sí que tocaba ocho o diez horas diarias. Era algo obsesivo.
El micro que uso ya era de segunda o tercera mano cuando lo pillé en el 84 o por ahí. Me lo pasó el Flaco Barral. De hecho no recordamos ni la marca que es porque estaba en una caja con otros muchos. No sabemos si es el Shure anterior al 57 con una entrada de cuatro patillas. No sabemos la marca porque lo tengo atado con cinta aislante. Lo encontramos en una maleta llena de micros. Y estaba unido por los cables, pero la cápsula, la cabeza del micro y el cuerpo estaban separados. El Flaco me dijo que lo dejara, que estaba roto, pero lo metimos y vimos que sonaba de puta madre, y lo cambié por uno que tenía yo, uno que había comprado. Lo tengo puesto con celo y ya no recordamos la marca. El Flaco tampoco. Creíamos que estaba roto y llevo con él desde el 84, más de veinte años.

Y tengo un Twin Reverb del 74 o por ahí. Es el equipo con el que comenzamos, con el que aprendí. Amplis de lámparas y micros de la época. En realidad nunca he cambiado de equipo

Tras tantos años de escenario, ¿qué es lo más insólito que te ha pasado?

Hay miles de anécdotas. Hoy precisamente me venía acordando con Elvia de un bolo en Saraluce, en un Gaztexo. Estábamos tocando y entre pase y pase nos llegó un chaval, de estos radicales, y nos dijo que tocáramos algo punky. Josele dijo: “Venga, Malcolm, ¿hacemos algo punky?”. Vale, venga. Malcolm tiene una facilidad para vomitar pasmosa, porque tiene jodida la entrada del estómago. Justo antes de empezar el pase se bebió un Kas de naranja. Todo un bote de un trago. Empezó a tocar la guitarra con saturación, acordes en plan Sex Pistols y empezó a cantar: “ Quieres vomitar, quieres vomitar”. Josele tocaba el bajo y yo la armónica haciendo unos sonidos muy raros. Y Josele le hacía los estribillos: “Porque a ti tu madre no te vomitó, a ti te cagó”. “Quiero vomitar”. Y uno dice. “pues vomita, coño”. Y hace Malcolm: “guaaaafff”. Y salió como un tubo naranja, que le daban las luces. Tuvimos que dejar de tocar de las risas de todo el mundo, del público, de los camareros. Mira que han pasado años y todavía se habla por ahí de la famosa pota de Malcolm.

¿Tocas también la armónica cromática?

Bueno, también toco la cromática pero a lo paleto, sin apretar la palanca. Una armónica cromática es como una buena parte central del piano, con sus tres octavas y media, que creo que lleva, con todas sus notas blancas y negras. La armónica de blues es como un trocito muy pequeño del piano, veinte notas y además desdentado. Le faltan negras y blancas por todas partes y tienes que llegar a ellas forzando las lengüetas. La diferencia es abismal. La armónica enseguida da resultados, pero tocarla bien y conocer sus secretos lleva su tiempo. La diatónica es más habitual, es la armónica del blues porque tiene mayor expresividad y es más parecida a la voz humana. La cromática me gusta más como un instrumento de acompañamiento, como si fuera un órgano. Estoy pensando en Carey Bell y tiene tela como la toca y consigue unas frases rítmicamente muy complicadas.

¿Qué consideras más importante, la expresividad o la técnica?

Creo que es más importante la expresividad, pero lógicamente para llegar a expresar necesitas una técnica. Van las dos cosas de la mano. Pero para cualquier instrumento hay que sentirlo, cerrar los ojos y meterte en la música.

Nos gustaría que dieras algún consejo a los que están empezando.

Ser cabezotas y no desesperar, que ya saldrá. A darle duro. Y también escuchar mucho. Yo no conozco otra manera de aprender que copiando frases a los negros.

Has tocado con mucha gente importante. ¿A quién destacarías?

Yo he tocado varias noches con Carey Bell y fue la hostia. También con Kenny Neal y Billy Branch. Y el Maki nos sacó a hacer un tema con Big Jack Johnson. Y bueno, también he tocado con Raimundo Amador o con Miguel Ríos. Me gusta todo.

¿Qué artista te ha sorprendido más en directo?

En directo, el que más me ha sorprendido ha sido Memphis Slim. Nos quedamos flipados. En El Mundo y en El País venía catalogado como obra maestra. Fue increíble. También flipé mucho con Toots Thieleman con un grupo de jazz. Es de lo mejor que he visto. Y las noches de Carey Bell. Le daba igual tocar por línea que por ampli, con varios micros… y siempre tenía el mismo sonido. Solamente viéndole probar sonido ya aprendías. Increíble.

¿Qué armónicas utilizas?

Ahora estoy con las Seydel 1847. Antes tocaba con las Marine Band. Pero han salido estas armónicas alemanas de las que Marcos Coll me habló.Tiene las lengüetas de acero inoxidable y la garantía de dos años. Si se rompe la armónica, la fábrica te la repara.

¿Las customizas?

Yo las pinto y las reparo. Las estiro muchísimo porque si no es una ruina. Sé como se customizan pero nunca lo he hecho. Las limpio, las afino, pinto las cachas porque no me gusta llevar publicidad.

¿Has tocado fuera de España?

He tocado de jam por Portugal, Amsterdam, París, en las Azores con Stevie Zee y Miki nervio. También en Alemania y Praga con Marcos y Malcolm, en varios sitios.

¿Qué te parecen las jam sessions?

Las jam están bien. Antes lo de la jam era algún recurso para unos espabilados que se querían ahorra el grupo. La jam es al final un grupo de gente que va todos los días. En realidad una jam tiene que ser una reunión de músicos, profesionales y aficionados para mezclarse, y empezar a tocar, pero deberían tener una contraprestación por parte de la sala. Un grupo base que vaya rotando y que la gente participe en la jam.

¿Cuál es tu sitio favorito para tocar?

Mi sitio favorito para tocar es cualquiera en que la gente escuche. Sin duda.

Musicalmente, ¿cuál es tu mejor etapa?

Mi mejor etapa creo que es con los Bluescavidas, ya mas asentados, ya no eres un chaval. Del 95 hasta ahora, hasta el disco del Blues con los Colegas.

Nos decías que los Bluescavidas van a dejar de tocar

A los Bluescavidas los estamos dejando descansar. Llevamos ya 13 años, del 94 al 2007, y ya estamos todos un poco cansados del repertorio, ya no hay espontaneidad. Vamos a aparcarlo un ratito. Con Kapo no hay malos rollos ni nada, todo lo contrario. Se sigue trabajando y pasará un poco como con Malcolm. Con Malcolm llevo tocando de forma intermitente desde que tenía yo catorce años. Con Malcolm llegó una época, por el 92 o por ahí, que hacíamos veinte noches al mes y no parábamos. Y llegamos a estar un poco cansados. Si tú estás veinte noches tocando el mismo repertorio durante varios años, al final pierden sentido las cosas. Sin embargo, luego Malcolm y yo hacíamos una actuación cada cuatro o seis meses, y el día que nos juntábamos sonaba de puta madre, con muchas ganas y muy fresco. Si nos volvías a poner todo el mes haciendo actuaciones, acabábamos con el mismo hastío. Por eso con los Bluescavidas ocurre lo mismo. Antes de que se note es mejor dejarlo.

Nos imaginamos que habrá veces que uno toca sin encontrarse bien

Hay veces que vienes con dolores de espalda o de muelas, o con fiebre. Llegas sin ganas de tocar, pero no se entera nadie. Hay veces que he llegado a un sitio sin ganas de tocar, pero a los diez minutos te sabes provocar dentro las ganas. A lo mejor no estás muy imaginativo pero sabes cumplir.

¿Y cómo influye el público?

Bueno, el público es la mitad. Las mejores actuaciones que hemos hecho a lo mejor han sido en un bar vacío para diez personas, actuaciones buenísimas. Y luego llegar a otro sitio, con el bar lleno pero con la gente más a su rollo y tener que hacer de “hilo musical” y no es lo mismo.

¿Qué opinas de los nuevos sitios que están apareciendo por Madrid, como el Contraclub?

El Contraclub es uno de los sitios más interesantes que hay ahora en Madrid, con una buena programación con blues, pero que no es sota caballo y rey. Hacen un festival de blues durante toda una semana y mucha gente se ha aficionado así, en un bar artístico, no un mero abrevadero. Además, al músico lo respetan y le tratan muy bien.

¿Recuerdas alguna experiencia desagradable?

A veces se pasa muy mal en el escenario. Yo lo paso muy mal siempre que suena mal, cuando no hay buen sonido, cuando el grupo notas que no está dando el cien por cien. La mala experiencia es cuando sabes que algo podría ir al cien por cien y no va, o cuando el sonido no hace honor a los músicos que tocan, algo que ocurre muchísimas más veces de lo que uno se piensa.

Háblanos del nuevo disco, de Spanish Blues Attack, con Danny Boy y Mingo Balaguer.

Bueno nos junto Miguel Ángel Paso, el de Béjar. Fuimos con José Luis Naranjo y fue todo mediante Internet, empezamos a darle forma, todo a base de carteos. Fuimos organizando actuaciones y empezamos a grabarlas y ha quedado un disco con un montón de cosas buenas, con buenos momentos, que está, entre comillas, trabajado y ensayado. Con Antonio tenemos momentos muy buenos. Lo único es que para lo que podría significar deberíamos haberlo trabajado un poco más. Las voces son muy pobres, empezando por la mía. De voces andamos fatal, pero bueno, ahí está.

Ñaco, sabemos que también tocas la guitarra

Voy chapurreando con la guitarra. La verdad es que llevo un montonazo de años pero la toco aquí, en el sofá, nada más. Es una faceta mía no muy conocida. Cuando la he cogido en el escenario ha sido porque iba “mamao” por lo que no se sabe muy bien qué tipo de guitarrista soy. Y con el bajo también. En algún disco he grabado el bajo. Alguna vez me ha dado el punto grabando y he dicho. “no, así no lo quiero” y he cogido yo el bajo y lo he grabado

¿No te aburres de continuar haciendo esto?

Al revés, cada vez le veo más retos. Nunca se sabe todo, se sigue aprendiendo. Hay mucho que aprender y sigo teniendo curiosidad. Yo le tengo respeto a todo aquel que se sube a un escenario. Hasta a Manolo Escobar, y no lo digo en broma. Yo respeto a todo el mundo. Si no me gusta, pues no digo nada.

Y por último, Ñaco, ¿cómo se pueden conseguirse tus discos?

Los discos se pueden conseguir en HYPERLINK "http://www.nacogoni.com" http://www.nacogoni.com Es mi página web en la que se pueden seguir los bolos, discografía, fotos, hay un libro de visitas por si alguien desea saber algo acerca de mi carrera, pues lo puede preguntar. No es solo de los Bluescavidas. Si toco con Malcolm pues también lo ponemos en la página. Todo lo que haga lo meto en la página. Renovarse o morir.