Escuchar un vinilo tiene ya algo de ritual arcaico y entrañable, de celebración similar al acto de descorchar un gran reserva, servirlo en copa de cristal fino y saborearlo sin prisas y casi con reverencia. Primero despertarle de un largo sueño en la estantería, pararse un momento a contemplar la portada, extraerle de la funda de celofán y observar los surcos negros buscando la menor traza de polvo. Sólo si es necesario pasarle con suavidad y cariño un algodón empapado en alcohol. Luego se revisa el estado de la aguja (aunque sea nueva forma parte del rito), se enciende un cigarro y se escucha suspendiendo cualquier otra actividad, con devoción y dedicación exclusiva.
Terminado el acto vuelve a revisarse el plástico con cuidado para eliminar la más mínima suciedad, se guarda en la funda de celofán doblando bien las esquinas y se le vuelve a dejar dormir en su estantería, casi dan ganas de pronunciar aquello de “Ite, missa est”. Como con el gran reserva,  el sabor se mantiene en la boca durante un largo tiempo. Esta mañana de domingo le ha tocado el turno a uno de mis lps (y hay muchos) favoritos, la obra de uno de esos loser a los que hay que paladear atendiendo a aromas frutales, a regusto a tanino y a la prolongada crianza en barril de roble.
Frankie Lee Sims nació, según sus propias declaraciones en 1906, aunque todo parece indicar que la fecha correcta es el 30 de Abril del 17; en Nueva Orleáns. A la edad de diez años se trasladó a Marshall, Texas donde hizo sus primeros pinitos con la guitarra. La música le venía por tradición familiar. Además de ser sobrino de Texas Alexander y primo de Lightnin’ Hopkins “Mi padre tocaba en bailes, él y mamá solían tocar juntos. La primera canción que aprendí fue “Funky Butt, Funky Butt, take it away”. El viejo casi me mató de la paliza”. Parece ser que el estilo de Little Hat Jones fue una de sus primeras influencia.
Finalizada la II Guerra Mundial empezó a tocar en bailes y clubs por los alrededores de Dallas “Toqué la guitarra sábados y domingos en aquellos viejos bailes. Fui al colegio y enseñé durante dos años. Pero hombre, un profesor no ganaba tanto, así que lo dejé y me fui a Dallas. En aquel tiempo, sabes, yo y T-Bone Walker, y Lighnin´, y Smokey Hogg éramos los únicos guitarristas de por allí, entonces. Cuando llegué a Dallas me encontré con T-Bone. Así que él y yo tocamos por algún tiempo en varios sitios de Dallas”.
Frankie, si hubiese tenido una suerte mejor, podría haber sido catalogado como una más de las leyendas de la guitarra texana del country blues y uno de sus principales exponentes durante las décadas de los 40’s y los 50’s. Tenía una forma sucia y chirriante de tocar que primero ejerció con la acústica y después con la eléctrica. Resultaba arrollador en los temas rápidos y perturbador y comunicativo en los lentos. “Soy el mayor de quince hermanos y soy el único que vive ahora. He tocado guitarras con seis cuerdas en mi, alambre para cuerdas bajas… realmente difícil encontrar cuerdas en algunos sitios. Nunca he tenido lecciones de música. Debe de ser un don nuestro.” Su estilo preciso y bailable influyó en la forma de tocar de muchos compañeros de viaje con los que coincidió en una estancia de varios años en Chicago.
Su primer disco a 78 rpm lo grabó para Blue Bonnet Records en los estudios de Jackson Street en Dallas y en 1948. Lo más parecido al éxito que conoció en su vida le vino en 1953 cuando “Lucy Mae Blues”, un tema potente, resultón y bailable grabado para el sello de Los Ángeles Specialty; alcanzó repercusión en los estados sureños. Tras tres discos sencillos editados por Blue Bonnet, en el 57 le encontramos grabando para el sello Ace el tema “Misery Blues”. Otros cuatro sencillos con Ace en el periodo 57-58 y tres más aparecidos en otras discográficas es todo el trabajo que vio editado en vida. Aunque él afirmaba serlo, es poco seguro (más probablemente fuese Billy Butler) que fuese el guitarrista del “Soul Twist”, el éxito del saxofonista King Curtis en 1962 con el que sí participó en otras grabaciones. Con posterioridad a su muerte los temas de una sesión que tuvo lugar 1960 se editaron por vez primera en el sello Krazy Cat en 1985.
Se cuenta que la casa de Frankie Lee Sims siempre estuvo abierta a cualquier músico que pasase cerca y que Albert Collins y Johnny “Guitar” Watson recibieron sus lecciones. Su principal error tuvo lugar cuando, por falta de interés o de una ocasión propicia, se quedo fuera de la oportunidad que supuso el Blues Revival. Mientras que su primo Lighnin’ Hopkins, como tantos otros inició una brillante carrera acercándose al publico blanco y sacando billete en el tren de lo que en aquella época se llamó folk blues; Frankie no corrió lo suficiente, le faltó apoyo o interés y se quedó sentado en la cuneta esperando un autobús que no efectuó parada.
En 1969 Chris Stratchwitz le entrevistó e hizo planes de registrar grabaciones para su sello Arhoolie. Por desgracia, una vez más, era demasiado tarde. Frankie Lee Sims murió de neumonía el 10 de Mayo de 1970 en Dallas, Texas. Parece ser que en la época de su muerte tenía problemas con la bebida y estaba a la espera de resolver asuntos legales derivados de su implicación en un tiroteo.
Es también en 1970 cuando Specialty edita en Usa el Lp “Lucy Mae Blues”, un disco que recopila sus grabaciones para el sello más algunos temas inéditos y tomas alternativas. Milagrosamente (y no me pregunten como ni por qué) el álbum se ve publicado en España en 1972 por Discophon; en una época en la que la discografía de blues editado en España podía contarse con los dedos de la mano y en la que de su exitoso primo solo había aparecido un disco en nuestro país, también en Discophon.
El álbum, de un bluesman poco conocido y merecedor de una suerte y difusión mucho mayor, para muchos supuso un primer contacto con el blues y en todo caso constituye toda una rareza y una de esas joyas de vinilo que llegan a alcanzar la categoría de objeto de culto.
Aunque los mismos temas volvieron a ver la luz en una edición inglesa en cd. de 1992 y en 2009 por JSP, nunca tendrán el encanto ni la carga emotiva que destilan las 33 revoluciones y la portada de colores psicodélicos del vinilo de Discophon. Pueden venderme la burra del mejor sonido y las ventajas del soporte digital, pero nada comparable al ritual y al encanto de una botella cubierta de polvo ni al de una portada de cartón con tonos amarillentos. Los grandes reservas nunca se envasan en tetra brick.
La tumba de Frankie en el Lincoln Memorial Cemetery de Dallas todavía carece de una lápida con su nombre y es de suponer que algunas de sus grabaciones permanezcan sin editar por el momento.
Ramón del Solo