Que las figuras míticas del Blues visiten nuestro país, siempre es motivo de alegría para mí. No desde luego porque espere de ellas que, superados los 70 en la mayoría de casos, se muestren con el vigor y empuje de antaño, sino más bien porque esto nos brinda la oportunidad de mostrar nuestro reconocimiento y gratitud, a aquellos que realmente “inventaron” la música que tanto nos apasiona. En esta ocasión, el destinatario de nuestro agradecimiento será el armonicista que, hoy por hoy, con más razón recibe el calificativo de Leyenda del Blues por su tremenda aportación al estilo: James “Mr. Superharp” Cotton.

James Cotton nació el 1º de Julio de 1935 en Tunica, Mississippi, una comunidad agrícola situada a unos 60 Km al sudoeste del principal centro urbano de la zona, Memphis en Tennesse. Siendo el pequeño de 8 hermanos, pronto trabajó en los campos de algodón junto a ellos, su madre Hattie y su padre, Mose, que era además predicador baptista. Su primer contacto con el instrumento por el que ha pasado a la Historia se lo debe a ella, que solía entretener a los chiquillos simulando con una armónica, sonidos tan familiares como el cacareo de las gallinas y el traqueteo de los trenes que atravesaban el Delta y en los que viajaba la esperanza de una vida mejor. Cuando James recibió su primera armónica como regalo de Navidad, se afanó en perfeccionar sus dotes imitativas porque, a decir verdad, ignoraba que pudiese sacarle mucho mas partido a aquel pequeño chisme. No fue hasta que descubrió la radio que cayó en la cuenta de su error.
Por aquel entonces comenzaban a proliferar en el Sur las emisoras destinadas a la abundante población negra de la zona y una de las pioneras, la KFFA, emitía con potencia suficiente como para ser escuchada por todo el Delta desde su sede en Helena, Arkansas. Esta ciudad, un auténtico hervidero musical en la que abundaban los Juke Joints, Barrelhouses, House Parties y toda clase de espectáculos callejeros, era parada obligada para cualquier bluesman que se preciase y los más avispados, no desaprovecharon la oportunidad de ampliar sus horizontes gracias a las ondas. Uno de sus programas estrella era el King Biscuit Time, que se emitía todos los días durante 15 minutos, presentado por el ínclito Rice Miller a.k.a. Sonny Boy Williamson, que daba rienda suelta a su buen hacer como soplador, apoyado nada menos que por Robert Jr. Lockwood a la guitarra. Cuando el pequeño James lo escuchó por primera vez y cayó en la cuenta de que aquel tipo hacía todas esas cosas con una armónica, su percepción de este instrumento cambió por completo. Desde aquel momento, todos los días acudió puntual a su cita con el programa patrocinado por la marca de harina y pronto fue capaz de reproducir la sintonía que Sonny Boy tocaba en el programa, así como parte del repertorio que este solía interpretar. Demasiado pequeño para recoger algodón, desempeñaba en la plantación el papel de aguador y entre cubo y cubo, solía sentarse a la sombra para entretener a los recolectores con sus progresos. La positiva reacción de estos, le introdujo un veneno en el cuerpo que ya nunca jamás eliminaría.
Cotton no tendría más de 9 años cuando sus padres murieron y decidió abandonar Tunica, con poco más que su armónica de 15 centavos como equipaje. Dirigió sus pasos hacia el Sur y recorrió a pié los aproximadamente 25 Km que le separaban de su ídolo. En cuanto se lo echó a la cara y sin mediar palabra, atacó la primera melodía que había aprendido escuchando a Miller y la reprodujo nota por nota. Al desgarbado y desdentado bluesman aquello le debió hacer gracia, porque desde ese momento se convirtió en su maestro, mentor y padre adoptivo. Ambos recorrieron la mayoría de garitos, antros y tugurios situados a ambos lados del gran río, frontera natural entre los estados de Mississippi y Arkansas, con Cotton absorbiendo todas las enseñanzas que Williamson le ofrecía. Sin la edad mínima para franquear la puerta de estos lugares, el discípulo atraía a la clientela hacía el local de turno tocando las coplas de su maestro desde la entrada, recibiendo a cambio unas propinas que, en ocasiones, resultaban más magras que el jornal que obtenía su tutor, lo que no es tan raro si descontamos lo que este debía cobrarse “en especie”.
La relación con Williamson se mantuvo hasta que un buen día, este decidió marchar a Milwaukee para reconciliarse con una de sus mujeres y le dejó a cargo de su banda. Sin embargo, James era demasiado joven y alocado para mantener unido a un grupo formado por hombres hechos y derechos, todos ellos mucho mayores que él, y se quedó nuevamente solo. Sin un verdadero hogar al que regresar y con su armónica como única fuente de ingresos, decidió buscar fortuna en la ciudad de Memphis, donde Beale Street constituía el paraíso en la tierra para la gente de color. Allí paso un tiempo tocando en las calles a cambio de unas monedas, cuando no lustrando los zapatos de los transeúntes. Fue entonces cuando llegó a sus oídos que Howlin´Wolf, uno de los bluesmen con más éxito de la ciudad, actuaba en un Juke Joint llamado «The Top Hat» en Black Fish, Arkansas. James recordaba el lugar por haberlo visitado junto a Williamson tiempo atrás y pensó que sería un buen momento de conocer en persona al hombre que hacía vibrar a la gente con sus aullidos cargados de Blues. A pesar de que todavía era menor, el propietario del local sí que le dejó traspasar la puerta esta vez ya que, además de que le gustaba dar oportunidades a los nuevos talentos, recordaba a Cotton de su visita anterior y pensaba que si Wolf le daba carrete, la velada podía prolongarse hasta bien entrada la madrugada. No se equivocó. Ambos conectaron desde el momento en que se conocieron y tras aquella noche, James acompañaría a Wolf en su recorrido por los Juke Joints existentes entre Caruthersville, Missouri al Norte y Natchez, Mississippi al Sur, conduciendo arriba y abajo la vieja Autopista 61 y aprendiendo de este, su segundo maestro, los caminos del Blues.
Gracias a Wolf, que durante sus sesiones de 1951 para la Sun Records había dejado atónito a Sam Phillips, Cotton tuvo la oportunidad de registrar sus primeros 4 temas cuando contaba tan solo 16 años, incluyendo “Cotton Crop Blues”, un tema original en el que denunciaba el injusto sistema de aparcería del profundo Sur. También gracias a Wolf, que era una estrella radiofónica en la zona desde que en 1948 se convirtiese en DJ de la KWEM, nuestro hombre llegó a tener un espacio diario de 15 minutos en esta emisora, lo que multiplicó el número de personas deseosas de verle en directo y el de locales que demandaban su presencia. Sin embargo, sus ingresos no eran precisamente abundantes y tuvo que aceptar un trabajo entre semana como conductor de un camión de reparto de hielo. Los viernes, al acabar su jornada laboral, se encaminaba a un local llamado “Dinette Lounge” donde realizaba el primer pase de un fin de semana normalmente repleto de actividad. En una de estas ocasiones, a primeros de Diciembre de 1954, un tipo al que no conocía se le acercó durante el descanso y sin mucho preámbulo le dijo: “Hola…soy Muddy Waters. La leyenda, alimentada por el propio Cotton, cuenta que este, que no había visto a Waters ni en fotografía, llegó a responderle: “Claro tío…y yo Jesucristo” . Sin embargo, cuando el desconocido siguió hablando, reconoció su voz como la de los discos que tanto había escuchado y supo que aquel hombre no le engañaba.
El caso es que Waters y su banda estaban inmersos en una gira por los estados de Mississippi, Georgia y Florida cuando su armonicista, Junior Wells, los dejó plantados sin previo aviso. Es probable que conociese las grabaciones que Cotton había realizado en la Sun y pensó que este podría sacarle del atolladero, al menos mientras permaneciesen en Memphis. “Quiero ofrecerte un trabajo” – le dijo – “estaré tocando mañana noche en el Hippodrome del 500 de Beale St. Si te interesa, preséntate allí a las 8:00”. Y por supuesto, se presentó puntual: “Llegué y me encontré con que la banda la formaban Jimmy Rogers, Otis Spann, Jim Edmonton, y Bob Bradley. El bueno de Rogers me indicó donde podía enchufar mi amplificador y tocamos un par de temas juntos. Debió de gustar, porque pasé los siguientes 12 años en la banda”.

No obstante, su nombre no aparecería en los créditos de un disco de Muddy Waters hasta cuatro años mas tarde. Los hermanos Chess no creían conveniente introducir cambios en el sonido característico de las grabaciones de Waters e insistieron en que el armonicista de su banda para el estudio debía ser Little Walter (que volaba solo desde 1952) o al menos, alguien que sonase como él. El Gran Hombre le preguntó a Cotton si sería capaz de tocar como el conflictivo Walter, lo que suponía reproducir sus solos nota por nota en todas y cada una de las actuaciones que realizasen. En principio Cotton aceptó a pesar de que sus estilos eran diametralmente opuestos y de que esto distaba mucho de lo que él deseaba para su carrera. Incómodo con los zapatos de otro, un día no pudo más y así se lo hizo saber: “Tío, sabes que nunca seré Little Walter… así que lo único que puedes hacer es dejar que sea yo mismo”. En 1958, James Cotton fue por fin James Cotton en los temas que Waters grabó para Chess ese año («Sugar Sweet» y «Close To You.») y desde ese momento, aportó una nada despreciable cantidad de texto a una de las páginas de lectura inexcusable de la Historia del Blues.

A finales de 1966, James decidió que había llegado el momento de cambiar de aires: Muddy era un tío estupendo, yo lo quería y respetaba, pero para entonces ya había hecho todo lo que tenía que hacer en su banda”. Se lanzó entonces a la aventura de liderar su propio grupo y en 1967 grabó sus dos primeros discos: «Seems Like Yesterday» y «Late Night Blues», aunque este último, grabado en el club «New Penelope» de Montreal durante la primera actuación de su primera gira como líder, permanecería inédito hasta 1998.
Trabajo no le faltó en aquella época. Tras “Cut you loose”, editado por Vanguard, inició una relación con Verve de la que surgieron tres Lp´s: “The James Cotton Blues Band” y “Cotton in your eyes”, con Mike Bloomfield como guitarrista y productor y “Pure Cotton”, esta vez producido por John Court (The Paul Butterfield Blues Band). Una selección de estos puede escucharse en el Cd “The Best of Verve Years”. Su nombre apareció frecuentemente asociado al de algunas estrellas de rock interesadas en profundizar en sus raíces como Grateful Dead, Janis Joplin, Led Zeppelin, Santana, Steve Miller
En consonancia con los nuevos tiempos su sonido se endureció, aunque sin perder ese regusto campestre que siempre lo ha caracterizado. Comenzó a explotar sus habilidades con la cromática y flirteó con el Soul, el Rock y el Funk, lo que le permitió mantener una buena posición durante los 70, década de la que son sus discos «100% Cotton», «High Energy», «Alive and on the Move» y «Live at the Electric Lady». La contundencia de su directo y sus dotes de showman le hicieron ganarse el apodo de “Superharp”.
En 1977 se reencontraría con su antiguo jefe Muddy Waters, por obra y gracia de Johnny Winter, que produce ese año para Bluesky el mítico “Hard Again”, ganador ese año del Grammy al mejor disco de Blues tradicional. Esta reunión tuvo continuidad en un disco, “Breakin’ it Up & Breakin’ it Down”, que sin embargo no vio la luz hasta 2007.
A partir de los 80, su producción discográfica es un tanto excesiva. Graba un disco tras otro con sellos como Alligator (“High Compression”, “Live from Chicago-Mr. Superharp himself” y ”Harp Attack”, junto a Junior Wells, Carey Bell y Billy Branch), Blind Pig (“Take me back”), Antone´s Records (“Live”, “Mighty long time”), Verve (“Living with the Blues”)… Recibe multitud de premios y nominaciones tanto en los Grammy como en los Handy Awards y su figura alcanza la categoría de leyenda, pues legendarias son sus giras por todo el mundo y legendarios los excesos que se le atribuyen. Estos probablemente tengan algo que ver con el tumor que se extirpó de su garganta en 1994.

A consecuencia de la cirugía y la terapia posterior su voz se apaga, hasta el punto de que en su disco de 1996 para Telarc, “Deep in the Blues”, esta parece brotar del subsuelo de su alma. Grabado junto a Charlie Hayden (contrabajo), Joe Louis Walker (guitarra) y Dave Maxwell (piano), este trabajo supone un fiel regreso a sus raíces que se percibe ya desde la fotografía de la portada, tomada en el porche de la casa en la que se crió en su Tunica natal. En los últimos años, ha seguido grabando («Fire Down Under The Hill», «The 35th Anniversary Jam of The James Cotton Blues Band», «Baby, Don’t You Tear My Clothes») y actuando por todo el mundo, pero eso sí, a un ritmo más acorde para una persona que hoy por hoy, lleva nada menos que 64 años ganándose la vida con su música.
Realmente, toda una vida dedicada al Blues que recibirá cumplido homenaje durante su próxima visita a nuestro país (Hondarribia 19 de Julio y Cazorla 25-26 de Julio), porque menos no se merece.