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Es un guitarrista de blues y la historia del blues se ha escrito y se escribe con estos músicos, que no son la punta del iceberg, pero dedican su vida a transmitir algo inherente al ser humano, pasión y sentimiento. “Ver una actuación de B. B. King en la TV cambió mi vida completamente”, eso dice “Cleveland Fats”, Mark Hahn, nacido en la pequeña ciudad de Ravenna, Ohio. Y “Cleveland” toca blues, toca el blues que le impactó cuando tenía 11 años. Y cuando descubrió que en la única tienda de su localidad natal no tenían el single de B. B. King que buscaba, se llevó en su lugar uno de Albert King. De manera impulsiva siguió comprando discos de blues, Robert Johnson, Blind Lemon Jefferson, Muddy Waters. Empezó tocando la guitarra estudiando las grabaciones de esos músicos así como las de los King (Albert, B. B. y Freddie), Magic Sam, Earl Hooker y T. Bone Walter, interesándose principalmente por las producciones de Chess de los años 50. Siendo estudiante se juntó con la banda de Otis Trotter que tenía una audiencia bastante fiel en Ravenna. “Fats” era un fan de un DJ llamado Chuck Ruby a quien invitó a uno de sus shows. A Ruby le gustó tanto que grabó la actuación en una cinta y la radió en su programa. Ruby comprobó la devoción de “Fats” por la guitarra de blues tradicional y sus raíces y entonces tomó una decisión que a la larga resultó trascendental, puso al novel guitarrista en contacto con Robert Jr. Lockwood. A principios de los 70 Lockwood residía con su familia en la zona de Cleveland y el joven Mark iba a verle a un pequeño club cerca de la estación de autobuses “Tocaba la guitarra eléctrica de 6 y 12 cuerdas. Viéndole tuve la misma reacción que cuando vi a B.B. King en la televisión. Caí de culo, fue mágico. La noche que Ruby me lo presentó yo iba con mi guitarra, Robert me dijo que me sentara y después de un descanso me dijo, chaval, tocas condenadamente bien”. Semana tras semana “Fats” volvía a verle actuar y comenzaron a entablar una relación de amistad, con el maestro enseñando al alumno valiosos trucos e inapreciables lecciones. En 1974 fue cuando Cleveland Fats entró a formar parte de la banda de Lockwood y así durante 18 años, compartiendo escenario, así como con otros grandes de la talla de Albert King, James Cotton, Freddie King, Matt Murphy o Jimmy Rogers. “Tú eres un líder natural” le decía Lockwood con frecuencia, hasta que en 1992 “Cleveland Fats” levantó el vuelo y empezó a desarrollar su carrera en solitario haciendo giras por USA, Canadá e Inglaterra. Ha grabado para Ichiban (“The Other Side of Midnight”, Blueswayed (“Pretty Poison”) y Honeybee (“Bluestime”). “Cleveland” es un músico versátil pero siempre con una base de blues tradicional, la que mamó desde muy jovencito.Y además su voz es más que correcta. Su último y cuarto disco “The Way Things Go” (Honeybee Entertaiment) está grabado en enero de 2006 en el Clean Cut Recording Studio en Palatine, Illinois, con Michael Robert Frank a la producción.

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Por un lado la gran mayoría de las canciones son propias, como en sus tres álbumes anteriores y por otro, entre los músicos del disco está su maestro Robert Jr. Lockwood, colaborando con la guitarra de 12 cuerdas en cuatro temas. El resto de los músicos combinan experiencia y conocimiento: Billy Branch a la armónica, Aron Burton al bajo (Albert Collins, Fenton Robinson, John Littlejohn), Dave Jefferson a los tambores (Albert King, Willie kent), Doc Thomas saxofón y compañero de “Cleveland” en sus dos últimos álbumes, Ariyo, de nombre Sumito Ariyoshi, piano (Jimmy Rogers, Valerie Wellington, Otis Rush), Aaron Moore, piano (Little Walter, B. B. King, Lonnie Brooks, Little Milton) y Vince Willis, órgano, músico de jazz y blues, (Bonnie Lee, Big Jack Johnson). De las 12 canciones del disco la que más me impresiona es “Dead or Alive”, Cleveland, Branch y Lockwood en un tema de este último, unos meses antes de su fallecimiento. Escuchar a las dos guitarras, sus propios estilos, es emocionante. “Bakin’ Fats” es un instrumental en el que los estilos de las guitarras de sus ídolos se entrecruzan y se mezclan para producir junto con el sonido del órgano una canción de las mejores del disco, aunque todas las demás conservan un grandísimo nivel. En “Invisible Man” Cleveland saca las esencias de la slide mientras la armónica de Billy nos deja sus fraseos elegantes. “Long Gone” una adaptación de un tema de Sonny Thompson, es un ejemplo de una de las cosas más importantes que enseñó Lockwood a Cleveland Fats, la interpretación en conjunto, la solidez, no el uso de una banda para destacar tú solo. “Blues Time” es otra de las canciones en las que interviene Lockwood y de nuevo emociona escuchar su guitarra de 12 cuerdas. “It Ain’t Right” de Little Walter permite el lucimiento de Billy Branch, un tema clásico de Chicago. Y así el resto del disco, “You’ll Love Again” un blues lento con la guitarra de nuevo recordando a sus tres Kings, “Stay Away Baby”, “Don’t Call Me”, “Cheaters Never Win” muy a lo B. B. King , “Cell Phone Blues” y “That’s the Way Things Go” con Robert Lockwood de nuevo.

cfats2.jpgPuede ser el momento de conocer a "Cleveland Fats", uno de tantos guitarristas de blues.