Llegué al escenario principal de Hondarribia casi cuando empezaba él a tocar. Me costó un triunfo llegar hasta el escenario porque mi «abre-caminos» personal, el Sr. López Poy no estaba en ese momento. Siempre tuve ciertos problemas con Mr. Burke. Me jodía que su movida Soul-Blues se hubiera transformado en una réplica americana de King África cuando sabía que en realidad, tenía delante de mí a uno de los cantantes más grandes de la historia de la música.
En un Bluescazorla incluso me negué a hacerle fotos. Estaba jodida con él. Pensé que no me haría ningún mal darle un voto de confianza y escuchar en directo la melodía de mi móvil: ‘Cry to me’. Me encanta esa canción. Me trae fantásticos recuerdos y evoca mis sueños más privados.
En un momento dado escucho los primeros acordes del tema, miro alrededor y veo a gente como Bob Margolin; peña de la Societat de Blues de Barcelona; a los Reyes del KO; a algún otro buen amigo y a mi amiga de la adolescencia Vicky, fan nº2 del Cry To Me. Llevaba dos años sin ir a un festival de Blues y tenía un mono de la virgen.
Hace tres años, curraba de maquetadora en una empresa de Gijón. Había maquetado un libro de 929 páginas, cosa que no me había impedido hacerme cerca de 15.000Km ese mes para ir a todos los festivales que se habían celebrado en la Península. Dos años después… la sequía bluesero-festivalera para mí. Casi como matarme.
En Hondarribia 2010 no sólo me estaba reconciliando con el mundo del Blues nacional, que me tenía más quemada que la pipa de un indio, sino que me reconciliaba con Solomon Burke y en parte con todos aquellos que deciden salirse ‘del camino’ para hacer repertorios más comerciales y si me apuráis más hortera de lo normal.
Me alegro de haber ido a Hondarribia. Me alegro de haber escuchado a Solomon Burke en directo por última vez.
Descansa en paz, rey del Soul. Que tu enorme trasero se aposente en un gran trono allá donde estés y que tu voz aparezca de nuevo en alguno de mis sueños.
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