Crónica de un sueño Cumplido, por Lucky Tovar.

Toda la ilusión puesta la primera vez que tuve la osadía de presentar este proyecto, la frustración ante el silencio administrativo, el escepticismo del segundo intento y la cara de nada que se me quedó comprobando que el resultado era el mismo; todo quedó atrás cuando, después de las habituales deliberaciones, durante semanas, de la autoridad competente, llegó el definitivo “sí” , aunque he de admitir que no me lo terminé de creer del todo hasta que pude ver que, a pesar de los problemas de la huelga de transporte, empezaba a montarse el escenario principal.Estaba claro cuando los responsables del Área de Cultura del Ayuntamiento me instaron a ampliar el festival de dos a tres días, por lo tanto, tampoco el cartel podía ser el típico de una primera vez y como consecuencia todo lo demás también debía reunir ciertas condiciones. Sonido, luces, escenarios, organización, planificación, horarios, asistencia a artistas, seguridad; todo tenía que estar a la altura que la mayoría de festivales alcanzan después de varios años de madurez. A los responsables de todos estos aspectos, mi más sincero agradecimiento por su esfuerzo y enhorabuena por el resultado.

La Nueva Orleans Band dio cada día el pistoletazo de salida, haciendo alarde de maestría y buen humor, siempre dispuestos para animar a propios y extraños con un buen puñado de clásicos del dixieland que por momentos convirtieron las calles de Tomares en las de Nueva Orleans. El sol no nos dio tregua y decidió disfrutar también de las actuaciones en el escenario Crossroad, un espacio pensado y diseñado para hacer llegar al respetable una de las formas primigenias del blues; geniales dúos acústicos, Fede Aguado y Osi Martínez consiguiendo que el castellano suene a Mississippi, Vlady Olmos y David García como magníficos conductores en un viaje fantástico por lo mejor del blues acústico; Txus Blues y Jose Bluefingers acallando las voces de quienes piensan que el blues es triste con su acostumbrado ingenio y dejando claras sus muchas facultades musicales. Suitcase Brothers, los hermanos Puertas, gente de otra galaxia, poseedores de conocimiento, feeling y maestría a partes iguales. Eso sí, para próximas ediciones habrá que estudiar como paliar el calor en ese escenario.

En Casagrande llegó el blues en estado puro, sin cables, sin electricidad, a palo seco como los mejores licores. Todos los que habían pasado por el Crossroad y algún que otro espontáneo, nos ofrecieron un encuentro inolvidable en el que primó la amistad y la autenticidad. Pocas puestas en escena superan, al menos para mi gusto, el clímax que se puede llegar a alcanzar en una jam-session como esta, que desde luego superó con creces las expectativas, además de irnos preparando el cuerpo para lo que nos esperaba en el escenario El Conde, previo paso por esa especie de chiringuito folclórico-marisquero que alguien decidió hacer coincidir con nuestro festival.

El escenario principal era, por un lado, nuestra gran apuesta técnica y por otro, el examen definitivo a nuestra selección de esa ocho bandas. En el aspecto técnico, para no parecer inmodesto, prefiero plasmar aquí la opinión de alguien que lleva muchos años paseándose por los principales escenarios españoles: “probar a las cinco de la tarde, con el sol quemándote hasta los dedos de los pies, antes de otros tres grupos y que a la hora del directo aquello suene incluso mejor que en la prueba, es algo que no me había pasado en la vida en ningún festival”. En lo que a las bandas se refiere, hemos intentado que hubiera variedad sin perder coherencia en la continuidad y verosimilitud en el orden de actuaciones; sobre esos aspectos, ya contareis vosotros. Poco se puede decir de los grupos que actuaron que no sepáis ya, si acaso ahondar en el hecho de que todos alcanzaron el nivel que se les suponía, con unos Blues Hackers llenos de fuerza y ese punto rockero que aporta Moru con su voz y la armónica de un Joaco volcado desde el principio en su actuación. Han brillado mucho las armónicas en esta primera edición y entre ellas la de David García con sus Blind Lemons nos emocionaron con algunas de esas versiones que, por algún motivo, hace tiempo que no encontramos en repertorios de otras bandas. Pepe Delgado y la Reunión de Blues aportaron la autenticidad en unas canciones que, tanto versiones como temas propios, rezumaron genuino blues, como el que se encuentra en el disco que presentaban “El blues hasta los huesos”; gratas sorpresas las de Paula, Vicky y Osi, que se unieron a esta fiesta del feeling. Kid Carlos Blues Band nos convenció de que ese chaval que ya nos sorprendió a los catorce, ahora que tiene dieciocho es cada vez menos promesa y más realidad. Los Andabluses estuvieron sencillamente geniales, homenajeando como solo ellos saben hacer a un B. B. King a quien por momentos nos pareció sentir sobre el escenario, desdoblado en la guitarra de Chiqui Mingo y la voz de Jose María Pardo, apoyados de forma mágica por una potente sección de metales y las vertiginosas manos de Álvaro Gandul a las teclas.

En el plano internacional y semi internacional, Black Jack Bob & The New Deal dejaron claro el verdadero sentido del concepto de “versión”, con clásicos del blues en revisiones llenas de originalidad, creatividad y fuerza. Chema Núñez se hizo indispensable en las listas de slide guitars, Jose “Tex” Carmet puso el punto tejano, Joaquín Pérez fue una máquina de ritmo perfecta y Bob Grove impuso potencia, maestría y un sentido del ritmo realmente difícil de igualar. Sugar Ray & The Bluetones sonaron como lo que son, maestros del blues y de la puesta en escena. Es indiscutible que Sugar Ray Norcia posee todos los conocimientos necesarios para sentar cátedra como lo hizo, pero es que todo esperado fue superado con creces. Ritmo, feeling, magia, momentos realmente memorables y una pregunta en la cabeza ¿por qué hemos tardado tanto en ver a esta gran banda en nuestro país? Otis Grand subió al escenario con ganas y lo dejó con más ganas aún de seguir ofreciéndonos su espectáculo. Invitó a sus amigos de Bluetones, Sugar Ray incluido, se paseó entre el público tocando, sacó también a Joaco e incluso hizo de pinza humana para que la correa de su guitarra le viniera bien a Kid Carlos, habitual invitado en los conciertos de Otis en nuestro país. Mingo Balaguer y sus Blues Intruders fantásticos, como siempre, como ya nos tienen acostumbrados, pero crecidos por una magnífica noche, en unos jardines cuyas palmeras dejan filtrar la luz de la luna y con la complicidad de un público entregado.

El domingo fue el día para recuperar un poco de fuelle y tranquilidad. En el parque Montefuerte, a eso de las dos y con La Nueva Orleans Band creando ambiente, al personal le costó muy poco entrar en situación y aún menos interactuar con los encantos de un entorno idílico en el que nuevamente pudimos ver a algunos de los músicos que vimos en El Conde. Julio “Colín” y Mingo Balaguer junto al genial “Little Boy” Quique en Bluesville, otra vez “Colín” y Pepe Delgado en Charmers, con esa aterciopelada voz de Paula que, haciendo honor al nombre de su banda, encantaron a un público totalmente entregado, tanto que se negaban a que aquello finalizara. Nadie quería irse del parque, nadie quería que se cerrara el escenario sin ver la guinda; y la guinda llegó en forma de inesperadas pero celebradísimas colaboraciones, como la de Pepe Delgado y “Little Boy” Quique, cuya voz encandiló también al gran Mike Welch, guitarrista de The Bluetones que tampoco quiso irse sin compartir escenario con el incombustible cantante de Bluesville. También Sugar Ray se unió a esta jam del parque, todos querían seguir tocando, para alegría del respetable, que se apostaba sobre el césped de esa especie de agradable micro clima del parque Montefuerte… y aún quedaba la traca final.

Tengo que admitir que fue su elegancia como dúo acústico lo que me empujó a contar con los hermanos Puertas, pero les debía algo más y ellos estaban locos por tocar con una banda y así lo preparamos. Sobre el escenario Casagrande, The Suitcase Brothers con Manolo Vergne (Charmers) a la batería y Fernando Torres (The Blues Intruders) al bajo. Fuerza, carácter, saber hacer y estar, blues, blues y solo blues. Después Paula, en un intensísimo “Love in vain” y el más sensual de sus bailes ante un solo de Víctor Puertas caminando de rodillas hacia ella mientras soplaba su harp. Clímax al máximo, intensidad al límite y cuando nos tenían en lo más alto o eso parecía, Mingo subió al escenario para ofrecernos el que, para mí, fue uno de los mejores momentos de todo el festival. Mingo y Víctor, Víctor y Mingo, en un duelo de armónicas como no había visto en mi vida. El sonido de ambas armónicas compitiendo para ver quien de las dos derribaba antes los muros del patio de Casagrande y después Pobas e Ito uniéndose a lo que fue una auténtica hemorragia de sensaciones difícilmente repetibles. Las guitarras de Pere Puertas y Pepe Delgado tampoco se anduvieron con chiquitas y terminaron por convertir este último concierto del festival en el mejor colofón que podíamos soñar.

Como he dicho al principio, no quisiera parecer inmodesto y sigo pensando que deberían ser la prensa especializada, el público y los propios músicos quienes se encargaran de opinar sobre este recién nacido festival, pero desde mi humilde punto de vista, la primera edición del Tomares Crossroad Blues ha constituido una magnífica ocasión para aprender por parte de quienes hemos tenido algo que ver con su organización y también una forma de decirle a mucha gente que vamos en serio a pesar de lo que muchos pudieran pensar. Siempre he pensado que el balance final de un evento de este tipo depende de tres puntos de vista esenciales, el público en general, los músicos participantes y la opinión de los expertos. En este caso, las tres partes parecen estar de acuerdo en que el resultado final fue el mejor que se podía esperar de una primera vez. No quiero hablar de éxito total por que no creo que eso exista, pero si os puedo asegurar que trabajaremos desde lo aprendido para que el Tomares Crossroad Blues de 2009 sea la confirmación de lo que pretendemos: convertirnos en ese festival que esperan encontrar tanto aficionados y público en general como músicos.